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La grandiosidad del desapego

𝗘𝗹 𝗱𝗲𝘀𝗮𝗽𝗲𝗴𝗼 𝗲𝘀 𝗲𝗹 𝗮𝗰𝘁𝗼 𝗺𝗮́𝘀 𝗲𝗹𝗲𝘃𝗮𝗱𝗼 𝗱𝗲 𝗮𝗺𝗼𝗿 𝗶𝗻𝗰𝗼𝗻𝗱𝗶𝗰𝗶𝗼𝗻𝗮𝗹.


Duele, duele mucho, duele porque hay que 𝘀𝗼𝗹𝘁𝗮𝗿 lo que amas, hay que 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝗶𝗿. Ese dolor es mental y causa sufrimiento al ego, por el temor de la posible pérdida de una posesión que no existe, no es real, es ilusoria; porque no podemos poseer a nada ni nadie. No nos pertenecen los hijos, los padres, los amigos, la pareja... Son seres libres e independientes, con su propio camino por recorrer, igual que nosotros. Por eso no se puede subyugar la felicidad de unos hacía los otros: Si no eres feliz tú sola, no lo serás con nadie. El apego es el controlador del tiempo que no te permite vivir en el presente, ya que te ancla al pasado o al futuro. Sin embargo, el 𝗱𝗲𝘀𝗮𝗽𝗲𝗴𝗼 te mantiene en el 𝗮𝗾𝘂𝗶́ y el 𝗮𝗵𝗼𝗿𝗮.
Desapego es soltar al otro, sabiendo, que pase lo que pase, tú vas a estar bien. Y puede doler mucho, porque nos enseñaron que podíamos poseer todo tipo de cosas, hasta ser dueños de seres humanos y controlarlos. La 𝗶𝗻𝗱𝗲𝗽𝗲𝗻𝗱𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗮𝗳𝗲𝗰𝘁𝗶𝘃𝗮, es el 𝗺𝗮𝘆𝗼𝗿 𝗿𝗲𝗴𝗮𝗹𝗼 que puedes hacerte a ti y a tus seres amados. Y sólo cuando lo logras alcanzas la verdadera y plena libertad, una vez que empiezas a avanzar hacía el desapego, ya no existe camino de retorno. Desapegarse es el acto de soltar y desprenderse de objetos y personas 𝗰𝗼𝗻 𝗮𝗴𝗿𝗮𝗱𝗲𝗰𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼 por el tiempo en que fueron parte de tu vida y la enriquecieron de alguna manera. Sólo 𝗰𝘂𝗮𝗻𝗱𝗼 𝘀𝘂𝗲𝗹𝘁𝗮𝘀, 𝗳𝗹𝘂𝘆𝗲𝘀 𝘆 𝗱𝗲𝗷𝗮𝘀 𝗲𝘀𝗽𝗮𝗰𝗶𝗼 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗿𝗲𝗰𝗶𝗯𝗶𝗿 𝗹𝗮 𝗮𝗯𝘂𝗻𝗱𝗮𝗻𝗰𝗶𝗮 en todos los aspectos de la vida que por derecho te pertenece.
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